Un exmasón detalla la relación que existe entre el demonio y la masonería. Se trata de Serge Abad-Gallardo quien fué miembro de la masonería durante más de 25 años, y donde llegó a ser maestro grado 14. Tras una peregrinación a Lourdes todo cambió e inició su proceso de conversión que lo llevó luego a escribir un libro. Sin embargo no quiero que nos centremos en su conversión católica porque si leen su libro entenderán que Serge Abad Gallardo tiene otra visión respecto al catolicismo que no compartimos desde este blog, igual cada persona tome el libro conforme mejor le parezca, por nuestra parte queremos más bien sino centrarnos en los pormenores que nos entrega este ex masón grado 14 acerca de la secta que controla y quiere ververtir al mundo entero
Serge dice: “Me fui de la masonería y pensé que tenía que escribirlo primero para entenderme a mí mismo y después para contarlo a la gente. Cada uno es libre de hacer lo que quiera pero en la masonería no se habla francamente”. …”el ritual masónico influye en la mente, en el subconsciente y en el alma de las personas. El ya iniciado, el que es ya masón mira hacia los símbolos y los rituales masónicos como si estos fueran verdades profundas y esotéricas”. “La masonería aleja de Cristo. Porque aunque se trata de Jesucristo en el grado 18 de los Altos Grados masónicos, éste no tiene nada que ver con el Jesucristo de la Iglesia Católica ya que se refiere a cualquier sabio o filósofo”; insiste.
Además precisa que “hay masones que van todavía más lejos en esta blasfemia ya que quitan toda forma de divinidad a Cristo y dicen que él fue el primer masón, un hombre iniciado. Se apoyan en el hecho de que José y Jesús fueron carpinteros. Y que la palabra ‘carpintero’ es la etimología de ‘architecto’ y todos los masones, sobre todo en los Altos Grados son Gran Arquitecto”.
Serge es arquitecto y entró en la logia masónica por un amigo, intentando encontrar en ella las respuestas a las preguntas más profundas del hombre. A los 33 años de edad, cuando un contacto profesional le llevó a ingresar en la masonería.
-¿Por qué ingresó en la masonería? “Creo, simplemente, que me planteaba las mismas cuestiones que cualquiera sobre las razones por las que tenemos conciencia de estar en la tierra. Me pareció que la masonería podía tener respuestas. Además, me había alejado de la fe, en particular de la Iglesia. Y sobre todo creo que había en mí una cierta curiosidad por el “secreto masónico”.
-¿Cómo fu el primer contacto y en qué obediencia?´ Fué una relación profesional, el gerente de una agencia inmobiliaria, quien me propuso entrar en la masonería en 1988. Él tenía grado de oficial en una logia de Derecho Humano, que es una obediencia internacional y mixta. Yo me inicié en 1989, tras haber sido objeto de tres investigaciones y de las formalidades habituales.
-¿En qué consisten? Tres personas que tienen el grado de maestro se reúnen contigo y te preguntan sobre tu trayectoria personal, tus ideas filosóficas y socioeconómicas. Luego, si este paso es juzgado satisfactorio, se te invita al Templo masónico. Se te tapan los ojos, de forma que no ves ni las personas ni los lugares. Es entonces cuando debes responder a numerosas preguntas. Cuando te vas, los masones votan para aceptar o rechazar tu admisión. En mi caso, el voto fué unánime para aceptar mi candidatura. Luego pasé las pruebas de iniciación, que describo con precisión en mi libro J’ai frappé à la porte du Temple, parcours d’un franc-maçon en crise spirituelle (Téqui, París). No solamente cómo tienen lugar, sino cómo las viví yo.
Las pruebas tienen lugar en el Templo y con los ojos vendados. Finalmente, tu padrino te quita la venda de los ojos y eres admitido entre los masones, con grado de aprendiz. Luego, al cabo generalmente de un año, pasas otras pruebas para convertirte en compañero. Entonces ya puedes hablar y participar activamente en los trabajos masónicos, porque como aprendiz, durante todo un año, estás obligado a un estricto silencio y se te encargan trabajos secundarios (poner y quitar los objetos del ritual para los trabajos, servir las comidas, lavar la vajilla, etc.). Un año después, pasas una nueva prueba para convertirte en maestro. Se trata, claro, de pruebas simbólicas.
-¿Son tan impresionantes como se dice los ritos de iniciación? Eso depende de las obediencias. Pero el objeto mismo de la iniciación, y de otras ceremonias para pasar al grado de compañero, y sobre todo de maestro, es sacudir la imaginación. Y por tanto, de impresionar.
-¿Cómo? En el Gran Oriente de Francia hay momentos un poco inquietantes, como cuando ponen la hoja de un cuchillo sobre el brazo del candidato (que tiene los ojos vendados) y se abre una botella de éter para que sienta el olor y parezca más creíble el anuncio de la ceremonia de mezclar su sangre con la del Venerable Maestro. Evidentemente, no hay corte, y eso es ficticio: en el momento preciso una voz se alza para interrumpir la ceremonia de la mezcla de sangres. ¡Pero eso lo ignora el candidato hasta el último momento, y piensa que realmente le van a hacer un corte en el antebrazo!
Eso en el Gran Oriente. ¿Y en Derecho Humano? La primera prueba de iniciación es bastante impactante: tienes los ojos vendados, la música es ensordecedora y angustiosa (como la de una película de terror), se te empuja brutalmente a andar de un lado a otro, y se te detiene también brutalmente. Se te hace beber un brebaje dulce, luego uno amargo, luego los dos… Todo se hace para provocar en ti una inquietud. Del mismo modo, la primera cosa que ves cuando se te levante la venda es una luz cegadora, e inmediatamente después, cuando los ojos se acostumbran… ¡las espadas de los masones apuntando hacia ti, diciendo que sus hojas amenazan a los traidores!
-¿Qué le gustaba de la masonería? La tarde de la iniciación, se te acoge con calor y fraternidad. Uno se siente honrado de formar parte de una sociedad secreta que te ha juzgado digno de estar entre sus adeptos. Más tarde, cuando te conviertes en maestro, conoces personas del ámbito político o administrativo que de otra forma jamás habrías conocido. Se tiene la impresión de formar parte de una élite de iniciados. También los símbolos son un objeto de estudio que puede parecer interesante.
-¿Hay un ambiente de libertad en las logias? En principio, la palabra es libre, y por tanto parece interesante poder expresarse libremente e intercambiar ideas. Pero pronto uno se da cuenta de que la palabra sólo es libre en el marco de lo que en mi libro denomino “la palabra masónicamente correcta”. Es decir, uno no puede expresar fácilmente, y menos aún defender, convicciones diferentes a las sostenidas por la masonería (por ejemplo, sobre el matrimonio homosexual, la familia, el aborto, la eutanasia, etc.). Si eso sucede, uno queda enseguida en minoría, si es que no es objeto de burlas.
-¿Dónde queda entonces la fraternidad? La fraternidad resulta sobre todo de un sistema de influencia interna a fin de que algunos puedan acceder a ciertos poderes masónicos. Hay clanes. Por supuesto conoces también personas sinceras con quienes se pueden crear lazos de amistad.
Y usted había entrado, sobre todo, por razones digamos “espirituales”…No encontré ninguna espiritualidad real en la masonería, y menos en los altos grados por encima de maestro.
Sergio bad-Gallardo cuenta que el camino para dejar la masonería fué difícil: “durante un año o año y medio estuve convencido de que había encontrado la fe y no sabía si tenía que quedarme en la masonería, ése podía ser mi sitio en donde hablarles a los masones del Evangelio. Pero hablando con un sacerdote me hizo entender de que nada serviría hablarles si ellos no estaban dispuesto a escuchar”.
-¿Cuánto duró su proceso de retorno a la Fe? Un período bastante prolongado. Me resistí durante mucho tiempo a la llamada de Cristo. Nunca he hecho rápidamente las cosas importantes. ¡Y estaba muy ciego! Tenía necesidad de estar seguro de que tomaba el camino correcto. Conocí a un sacerdote franciscano hace unos quince años. Fue una revelación. Tuve entonces la certeza de la presencia de Cristo en mi vida. Volví a rezar.
Luego, algunos años después, escuché la voz de Cristo en una capilla. Y como todavía me resistía, pese a todo, a Su Amor, recibí en Lourdes una gracia particular e inesperada. Fue entonces cuando decidí, ante el increíble acontecimiento que acababa de vivir, hacer un retiro en una abadía. Allí comprendí que Cristo me buscaba más que yo a Él. Y entonces, simplemente, le amé, con un amor inmenso, lamentablemente muy débil ante Su Amor por nuestra pobre humanidad.
Qué descubrió Serge Abad Gallardo de la masonería? en qué le mentían? descubrió que en el ritual del inicio del año masónico “se le daba gloria a Lucifer”. “Ellos no dicen que se trata del diablo, sino que toman la etimología de la palabra y dicen que es ‘el portador de luz’.
Algo similar también sucedió cuando vió que entre los altos grados de la masonería se alaba a la serpiente de la que se habla en el Génesis, por la que Adán y Eva cayeron en el pecado original. “Dicen que ella trajo la luz y el conocimiento al hombre que Dios no quería dárselo.
En mi libro demuestro que los dos gobiernos franceses bajo la presidencia de François Hollande, el de Jean Marc Ayrault y el de Manuel Valls, incluyen un número anormal e increíblemente alto de masones. Ahora bien, son precisamente estos gobiernos los que han traído las leyes sobre el matrimonio homosexual, el intento de imponer la ideología de género en las escuelas, y el debate sobre las madres de alquiler. O la transformación de la laicidad en secularización de la sociedad. Todo induce a pensar, en efecto, en una importante influencia real de las ideas masónicas en la vida política. Porque esas ideologías nacen de las ideas de la masonería, que está en una especie de “revolución social permanente”.
Entre la masonería y el demonio “hay una relación pero no es tan directa. La mayoría de los masones ni se dan cuenta de la influencia del demonio en los rituales masónicos. Ellos piensan, con todo la intención posible que están trabajando por la ‘Felicidad de la Humanidad’ o por el ‘Progreso de la Humanidad'”. Es decir, “no hay un culto al diablo abiertamente, pero se decora con palabras y uno debe darse cuenta de lo peligroso que es estar dentro de una sociedad así”
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